Con mucha sorpresa el pasado miércoles 3 de junio los ecuatorianos escuchamos las atrevidas declaraciones del presidente venezolano Hugo Chávez en donde afirmaba que el Ecuador entraría a ser miembro de la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe, o más conocida como ALBA. Y si bien hace un año la cancillería ecuatoriana afirmaba que el país no entraría a tal organismo, las palabras del Coronel Chávez demostraban un completo determinismo para empujar a sus hermanos ecuatorianos a cambiar aquella decisión. Mucho se ha dicho y criticado y en eso comparto en algo las declaraciones de la ex canciller María Isabel Salvador frente a la prensa; no hay que satanizar, así porque sí, a semejante iniciativa. Sin embargo me gustaría compartir algunas observaciones que pienso son lo suficientemente pertinentes como para saber si el Ecuador actuó de la mejor y más pragmática forma. Pienso hay cosas malas, otras ridículas, y por supuesto también algo de bueno.
Lo malo tiene que ver con la institucionalidad de Cancillería. La ALBA es un organismo internacional para generar y coordinar cooperación en diferentes ámbitos (comercial, energético, seguridad). Ésta, sin embargo, lleva un fuerte contenido ideológico promovido principalmente por Venezuela. No se puede confundir política de gobierno con política de Estado y eso es justamente lo que el Ecuador haría si se adhiere. ¿Qué va a ocurrir cuando elijamos un gobierno ideológicamente distinto? Las sociedades del ex bloque soviético después de la caída del muro de Berlín tuvieron que rediseñar al Estado como tal porque las instituciones hasta ese entonces habían servido específicamente los intereses del partido comunista. No pienso, de ninguna manera, que estamos condenados a repetir la misma historia pero sí pienso que Cancillería corre el riesgo de debilitarse como el órgano que desarrolla política exterior; es que al ingresar a la ALBA nos estaríamos comprometiendo a divulgar un discurso en específico.
Hablemos ahora de lo ridículo. El gobierno ha dicho que a través de este organismo el país podría acceder a un fondo adicional de inversión, explotar oportunidades comerciales en temas agrícolas y fortalecer su posición frente a organismos como el Banco Mundial. No obstante, la ALBA carece de peso diplomático debido a que aparte de Venezuela, ninguno de sus estados miembros es influyente en el escenario mundial ni regional. El Ecuador mantiene balanzas positivas con todos sus miembros a excepción de Venezuela y curiosamente San Vicente y las Granadinas, simplemente porque las relaciones comerciales con este país caribeño son inexistentes. Básicamente nos interesa lo que Venezuela nos pueda ofrecer y además no se necesita a la ALBA como una plataforma; todo lo que necesitamos lo podemos hacer directamente a través de acuerdos bilaterales o multilaterales. No existe ningún privilegio al ser miembro de una entidad así.
A pesar de todo tenemos que admitir que la adhesión del Ecuador no es del todo catastrófica. No son muchos los riesgos y tampoco es inteligente pensar que todo lo que salga del gobierno está mal, aunque sí me deja algunas preocupaciones que ya he mencionado. Para concluir, he logrado rescatar algo bueno y es qué si finalmente nos va mal lo más probable es que la ALBA termine siendo un proyecto fracasado, dejándonos libres de cualquier amenaza.
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