Por Julio Espinosa
Los cambios asustan. El desafiar a un estilo de vida que ha funcionado mal o bien durante años no es una tarea sencilla. Por mucho tiempo pensé fuertemente en que mi lugar en el mundo pertenecía a la academia y a la política. Era lo único que me había atrevido a pensar sobre qué hacer de mi vida, aún no sé con exactitud el por qué. Posiblemente porque veía una vida sin sentido al estereotipo de empresario encorbatado y enjaulado en su propia oficina, o porque la sociedad en que vivo me convenció de que no se puede y hasta es indeseable vivir de la música, o simplemente porque las materias de sociales eran las únicas que me sentían cómodo. De cualquier modo, esa fue la decisión que tomé el momento de ingresar a la universidad; deambulé por los cursos de historia, ciencias políticas, relaciones internacionales y estudios latinoamericanos.
Pensando que nunca llegaría el día en que llegase a obtener un título universitario, me encontré con el inconveniente de que no sabía hacer nada más que leer y escribir, y tras una experiencia laboral de dos años en campos académicos y políticos sentí que se necesita de algo más para de alguna forma ayudar a este país.
Y es que ya hay demasiada gente involucrada en la política, y veo que quienes hemos luchado por construir un país realmente democrático y libre no hemos logrado acertar el discurso, la forma, o el acercamiento para incidir en la forma de pensar de la gente. Las fuerzas del populismo son demasiado grandes y siempre están dispuestas a actuar sin escrúpulos; es la ética del poder por el poder. Más aún, lastimosamente, siento no tener garantía de que quien gobierne al país luego de la fiebre correísta, pueda ser mejor en ningún sentido.
No es mi idea manifestar un rompimiento definitivo con mi pasión por la política y los acontecimientos nacionales. O peor aún, una celebración porque de ahora en adelante viviré indiferente frente a las realidades del Ecuador, como lo hace aquella mayoría de gente que luego vota fervientemente ignorando alguna razón profunda de por qué lo hace. Únicamente creo que la mejor forma en que puedo contribuir con mi comunidad, al menos por el momento, no es a través del activismo directo o del servicio público.
Es un giro diametral. Es un cambio pero cambio es lo que ser humano necesita más de lo que éste piensa. El cambio también es lo que se vende en toda campaña política; la competencia por quién ofrece un cambio mejor o mayor. Pero en realidad ¿qué tanto nos convence la idea de que quienes debemos cambiar somos nosotros mismos? Somos, de hecho, una sociedad que no le gusta el cambio y que le asusta las ideas nuevas que requieren de esfuerzo, adaptación y sacrificio. Pero al cambio hay que afrontarlo y agradecerlo cuando sabemos que nos ayudará a ser mejores, ser más tolerantes, más sencillos, y a entender mejor a la vida y a las cosas que suceden a nuestro alrededor.
Aunque suene muy abstracto, lo mejor que uno puede hacer por sí mismo es entender que en nuestras cortas vidas lo único que realmente tiene sentido es aprender constantemente a ser más felices y ayudar a los demás a serlo, y para esto se necesita cambiar. Si nuestra gente llegase a entender esto los políticos cada vez nos resultarán más innecesarios, como debe ser en realidad para una democracia. Espero que mis acciones en el futuro aporten para construir el país que deseo para mis hijos, un país libre y que sepa cambiar aunque nos cueste.
Entre la política y unos zapatos all star
He creado este blog para compartir algunas de mis experiencias y pensamientos. Sueño algún día en construir, junto con el resto de ecuatorianos, los cimientos de una sociedad tolerante, un Estado liberal y un mercado que brinde oportunidades a todos. Invito a cualquier persona a comentar, criticar, sugerir y a construir.
Monday, May 9, 2011
Léxico de un legislador ecuatoriano
No sé qué país queremos lo ecuatorianos. Algún día pensé que aunque no compartamos los métodos y las ideologías, al final del día todos queríamos algo parecido: un país libre, sin discriminación, con fuentes de trabajo y oportunidades para superarse, en donde nuestro políticos debatan ideas reales, en donde haya respeto y una competencia insaciable por alcanzar altura, cortesía y buenas costumbres. Muy tristemente me doy cuenta que no es así. En realidad existen muchos ecuatorianos que no les interesa lo mencionado. Para los padres de la "nueva" patria, más importantes son las grescas y trifulcas vergonzosas, comunes en un partido de fútbol entre adolescentes, o también en las discotecas de Quito en donde por exceso del alcohol algunos varones expresan su solvencia testicular al mundo, a quien les escuche, a quien le importe. Las siguientes palabras difundidas por el representante Paco Velasco no son las de un caballero que ejerce el cargo de asambleísta de un país, sino la de un hincha eufórico que malgasta su tiempo, saliva y moral en un momento que requiere de delicadeza, respeto y buen ejemplo. Los siguiente, además, vale recalcar que circulaba tras los resultados del "exit poll" de Santiago Pérez, el mismo que horas más tarde demostró haberse equivocado particular y contundentemente:
Pueblo sabio, Pueblo digno el ecuatoriano!!!. Ni los temores, ni las informaciones mal intencionadas, nada lo desanimaron ni confundieron. Pueblo consecuente el de mi Patria. Victoria contundente, inapelable esta del Pueblo del Ecuador. Ahora a vigilarnos a los y las Asambleístas. A cumplirle al soberano que ha ordenado con voz clara, fuerte, inteligente: a transformar la justicia, a terminar con la impunidad.
Se acabó el maridaje del capital especulativo con los grandes medios y con los que le han despojado de los bienes públicos al Estado ecuatoriano usando como coartada la "justicia".
Es una derrota de toditos los que se juntaron sin beneficio de inventario: banqueros, oligarcas, grandes medios, intelectuales orgánicos del poder oligárquico, embajadas, curas vinculados, vieja partidocracia enterita y de los huasicamas de la oligarquía también es la derrota, los de Montecristi vive también llevan lo suyo, los "participacionistas", "acostistas" mamita pega duro, y los veinticinco...ni sumados han podido. Ni aunque se unieron los carcamales del "Cauce Democrático" con los yupies post neo trans liberales...marcharon todos. La comadre también a llorar atrás de un chilco.
Después de esta sonora paliza (electoral digo por si acaso) ya ni como decirle al Montúfar "...y como te quedó el ojo???"
Viva la nueva justicia!!!
Viva la victoria popular!!!
Abajo la impunidad!!!
Paco Velasco
Pueblo sabio, Pueblo digno el ecuatoriano!!!. Ni los temores, ni las informaciones mal intencionadas, nada lo desanimaron ni confundieron. Pueblo consecuente el de mi Patria. Victoria contundente, inapelable esta del Pueblo del Ecuador. Ahora a vigilarnos a los y las Asambleístas. A cumplirle al soberano que ha ordenado con voz clara, fuerte, inteligente: a transformar la justicia, a terminar con la impunidad.
Se acabó el maridaje del capital especulativo con los grandes medios y con los que le han despojado de los bienes públicos al Estado ecuatoriano usando como coartada la "justicia".
Es una derrota de toditos los que se juntaron sin beneficio de inventario: banqueros, oligarcas, grandes medios, intelectuales orgánicos del poder oligárquico, embajadas, curas vinculados, vieja partidocracia enterita y de los huasicamas de la oligarquía también es la derrota, los de Montecristi vive también llevan lo suyo, los "participacionistas", "acostistas" mamita pega duro, y los veinticinco...ni sumados han podido. Ni aunque se unieron los carcamales del "Cauce Democrático" con los yupies post neo trans liberales...marcharon todos. La comadre también a llorar atrás de un chilco.
Después de esta sonora paliza (electoral digo por si acaso) ya ni como decirle al Montúfar "...y como te quedó el ojo???"
Viva la nueva justicia!!!
Viva la victoria popular!!!
Abajo la impunidad!!!
Paco Velasco
Thursday, April 14, 2011
Wednesday, April 6, 2011
Wikitensiones
Por Julio Espinosa
El Canciller Patiño debe sentirse muy realizado después de haberle expulsado a la embajadora Hodges del país. Pues es sueño de todo revolucionario poder sacarle el dedo directamente a cualquier emisario del imperio. Sin embargo me parece que el epicentro escandalizador del wikicable que compromete expresiones de la ex embajadora debe estar centrado más en las denuncias de corrupción que en el “daño moral” que pueda haber sufrido el presidente Correa. Y es que el Canciller Patiño ha dicho en una entrevista de Canal 8 que el señor Correa siente que su honra y honor han sido afectados con tales expresiones, las cuales aseguran que él mismo conocía las redes de corrupción y extorsión en la que el general Hurtado estaba involucrado antes de ser nombrado comandante de la Policía.
Sin duda son alegaciones graves pero el gobierno se ha centrado en denunciar la intromisión de la embajada americana en temas nacionales cuando me parece es más importante desenmascarar la podredumbre que ya todos sabemos acecha a dicha institución. Con este precedente ¿será posible que exista la voluntad política para investigar lo revelado en el cable? Esto además nos ha sorprendido con la noticia de que Wikileaks entregó 343 cables al diario El Universo que comprometen al gobierno ecuatoriano; se desencadena toda una serie de preguntas a raíz de esto. Por ejemplo ¿cuál será la actitud del gobierno si se revelan más casos de corrupción? O sino ¿cuántos funcionarios extranjeros más serán expulsados?; ¿Correa se atreverá a declarar “non” grato a alguno de sus acólitos en caso de que se encuentre comprometido? Asimismo, no olvidemos que Julian Assange casi fue declarado invitado de honor por el gobierno, pues muchos de nuestros revolucionarios veían en él un símbolo de rebeldía en la nueva era de la informática. Me pregunto si Assange ahora se convertirá en un mentiroso y calumniador temerario que busca desprestigiar a la Revolución Ciudadana; me gustaría consultarle al Corcho Cordero.
Y ¿ahora qué con la embajadora Hodges? Si bien estuvieron delicadamente comprometidas ciertas expresiones suyas, estoy seguro que nuestros funcionarios hablan pestes de otros países y calumnian tranquilamente casa adentro. Este debate pareció haber sido superado por toda la comunidad internacional a finales del año pasado cuando Assange reveló que su organización había entregado más de 250 mil cables a cinco de las más grandes agencias periodísticas del mundo. Los gobiernos condenaron el robo de estos cables y aparentemente hubo un mutuo entendimiento de que las acciones de Wikileaks podrían ocasionar roces lamentables pero al final del día roces innecesarios y comprensibles porque la verdad es que a todos nos gusta hablar mal del resto sin que nadie se entere. Además escuchamos a la embajadora explicar que no tuvo el tiempo suficiente para consultar a Washington DC sobré cuál debiese ser la posición de la embajada frente al acontecimiento y recordó también que el Canciller Patiño ya había conversado con Arturo Valenzuela, Subsecretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, y que ella no tenía mucho más que comentar en ese instante.
Si algo sabe hacer bien este gobierno es hacer daño a la gente. Ha perdido completamente el pudor, para citar a Teodoro Bustamante en su columna más reciente. Si se hubieses tratado de un funcionario y ciudadano ecuatoriano inmediatamente Correa le hubiera clavado una demanda millonaria o exigido que se lo encarcele junto al coronel Carrión, quien espera ya más de seis meses detrás de las barras por un juicio justo, básicamente por haber abierto la boca. Sin siquiera haber analizado el contexto en que se desarrolla este roce diplomático, el gobierno ecuatoriano prosudamente declaró persona no grata a la embajadora ayer las nueve y media de la mañana como si se tratase de un cáncer que el país necesita combatir inmediatamente. Correa y sus acólitos podrán insultar y desmoralizar a quien les dé la gana, pero ignoran que esta hacienda puede cambiar de dueño y capataz en cualquier momento; solamente espero que algún día estos sean el estado de derecho y las libertades civiles.
El Canciller Patiño debe sentirse muy realizado después de haberle expulsado a la embajadora Hodges del país. Pues es sueño de todo revolucionario poder sacarle el dedo directamente a cualquier emisario del imperio. Sin embargo me parece que el epicentro escandalizador del wikicable que compromete expresiones de la ex embajadora debe estar centrado más en las denuncias de corrupción que en el “daño moral” que pueda haber sufrido el presidente Correa. Y es que el Canciller Patiño ha dicho en una entrevista de Canal 8 que el señor Correa siente que su honra y honor han sido afectados con tales expresiones, las cuales aseguran que él mismo conocía las redes de corrupción y extorsión en la que el general Hurtado estaba involucrado antes de ser nombrado comandante de la Policía.
Sin duda son alegaciones graves pero el gobierno se ha centrado en denunciar la intromisión de la embajada americana en temas nacionales cuando me parece es más importante desenmascarar la podredumbre que ya todos sabemos acecha a dicha institución. Con este precedente ¿será posible que exista la voluntad política para investigar lo revelado en el cable? Esto además nos ha sorprendido con la noticia de que Wikileaks entregó 343 cables al diario El Universo que comprometen al gobierno ecuatoriano; se desencadena toda una serie de preguntas a raíz de esto. Por ejemplo ¿cuál será la actitud del gobierno si se revelan más casos de corrupción? O sino ¿cuántos funcionarios extranjeros más serán expulsados?; ¿Correa se atreverá a declarar “non” grato a alguno de sus acólitos en caso de que se encuentre comprometido? Asimismo, no olvidemos que Julian Assange casi fue declarado invitado de honor por el gobierno, pues muchos de nuestros revolucionarios veían en él un símbolo de rebeldía en la nueva era de la informática. Me pregunto si Assange ahora se convertirá en un mentiroso y calumniador temerario que busca desprestigiar a la Revolución Ciudadana; me gustaría consultarle al Corcho Cordero.
Y ¿ahora qué con la embajadora Hodges? Si bien estuvieron delicadamente comprometidas ciertas expresiones suyas, estoy seguro que nuestros funcionarios hablan pestes de otros países y calumnian tranquilamente casa adentro. Este debate pareció haber sido superado por toda la comunidad internacional a finales del año pasado cuando Assange reveló que su organización había entregado más de 250 mil cables a cinco de las más grandes agencias periodísticas del mundo. Los gobiernos condenaron el robo de estos cables y aparentemente hubo un mutuo entendimiento de que las acciones de Wikileaks podrían ocasionar roces lamentables pero al final del día roces innecesarios y comprensibles porque la verdad es que a todos nos gusta hablar mal del resto sin que nadie se entere. Además escuchamos a la embajadora explicar que no tuvo el tiempo suficiente para consultar a Washington DC sobré cuál debiese ser la posición de la embajada frente al acontecimiento y recordó también que el Canciller Patiño ya había conversado con Arturo Valenzuela, Subsecretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, y que ella no tenía mucho más que comentar en ese instante.
Si algo sabe hacer bien este gobierno es hacer daño a la gente. Ha perdido completamente el pudor, para citar a Teodoro Bustamante en su columna más reciente. Si se hubieses tratado de un funcionario y ciudadano ecuatoriano inmediatamente Correa le hubiera clavado una demanda millonaria o exigido que se lo encarcele junto al coronel Carrión, quien espera ya más de seis meses detrás de las barras por un juicio justo, básicamente por haber abierto la boca. Sin siquiera haber analizado el contexto en que se desarrolla este roce diplomático, el gobierno ecuatoriano prosudamente declaró persona no grata a la embajadora ayer las nueve y media de la mañana como si se tratase de un cáncer que el país necesita combatir inmediatamente. Correa y sus acólitos podrán insultar y desmoralizar a quien les dé la gana, pero ignoran que esta hacienda puede cambiar de dueño y capataz en cualquier momento; solamente espero que algún día estos sean el estado de derecho y las libertades civiles.
Tuesday, April 5, 2011
La hacienda
Por Julio Espinosa
Ya no sorprende la actuación del presidente Correa cada vez que se hace pública la opinión de alguna persona crítica al gobierno. Inmediatamente se desencadena una campaña mediática llena de insultos burdos y groseros para desmoralizar al autor de dicha crítica. Nuestro gobierno ha asimilado las formas más placeras de relaciones públicas como método de defensa. No obstante no basta con invertir cientos de miles de dólares en ataques para descalificar sino que ahora al gobierno le ha empezado a agradar la idea de demandar a los líderes de opinión por varios millones y finalmente con cárcel para rematar, cosa que nunca ha ocurrido anteriormente en este país. Demandas que justifica el presidente alegando que se ha cometido daño moral en contra de él tras la publicación de unos artículos de opinión; artículos que además revelan las esquinas más oscuras y mugrientas de un gobierno que llegó al poder valiéndose del discurso de la revolución democrática y ética cuando lo que hemos visto son insaciables acosos y amenazas, verbales y legales, para castigar a quienes han cuestionados las actitudes del presidente.
Más aún, después de que el mayor Fidel Araujo haya sido declarado inocente tras haber permanecido seis meses en la cárcel por supuesta incitación a rebelión durante el 30-S, el ministro de Justicia José Serrano ha declarado que apelará la decisión del juez para asegurarse de que permanezca incuestionable la acción y palabra de quien le permite mantenerse en su cargo. No hace falta tener un PhD en Lovaina para darse cuenta que quién más daño moral ha cometido es aquel que se llena la boca victimándose desde el poder.
Y es que el presidente Correa ha aprendido a manejar el país como su hacienda privada, y le gusta. Donde sea que pise y ande le sigue un séquito de aduladores y agentes de seguridad, los mismos quienes se han ganado la fama de matones asalariados después de que en cuatro años hayan detenido y garroteado a varios individuos que han demostrado o gritado alguna consigna en contra del hacendado. Pensé que los hermanos Castro eran los mayores latifundistas del hemisferio, dueños de toda una isla y su gente, no obstante los recientes acontecimientos en el Medio Oriente me han recordado que que el coronel Chávez no es nada más que una adaptación latinoamericana del hacendado coronel Gaddafi, y Correa quiere convertirse en su propio ex hacendado Mubarak. Haciendas que hemos recibido a la modernidad de forma parcial y discriminada porque no es necesario cultivar masa crítica y productiva que pueda desafiar la autoridad y alcance del poder del Estado. Como encomendados, ellos bien saben que tienen que enseñar a la gente que sin su gobierno el pueblo se encuentra huérfano y desamparado; educar para cultivar obediencia y culto a la nueva religión, el caudillo en persona.
Infelizmente hemos aprendido nosotros también a querer conformar haciendas y no naciones en donde reine el estado de derecho y las libertades civiles. Parecería que estamos fatalmente condenados a asimilar a un bombardeo mediático de promesas y al cruce de insultos como procesos civilizados y legítimos de elecciones. No tenemos, además, ninguna garantía de que pasada la fiebre correísta la alternativa sea mejor en absoluto. Así hemos crecido y continuamos educando a las nuevas generaciones. Los debates políticos son meras distracciones para quienes ingenuamente aún confiamos en que la democracia pueda funcionar mientras lo único que engrana en realidad es la lógica del poder por el poder.
Ya no sorprende la actuación del presidente Correa cada vez que se hace pública la opinión de alguna persona crítica al gobierno. Inmediatamente se desencadena una campaña mediática llena de insultos burdos y groseros para desmoralizar al autor de dicha crítica. Nuestro gobierno ha asimilado las formas más placeras de relaciones públicas como método de defensa. No obstante no basta con invertir cientos de miles de dólares en ataques para descalificar sino que ahora al gobierno le ha empezado a agradar la idea de demandar a los líderes de opinión por varios millones y finalmente con cárcel para rematar, cosa que nunca ha ocurrido anteriormente en este país. Demandas que justifica el presidente alegando que se ha cometido daño moral en contra de él tras la publicación de unos artículos de opinión; artículos que además revelan las esquinas más oscuras y mugrientas de un gobierno que llegó al poder valiéndose del discurso de la revolución democrática y ética cuando lo que hemos visto son insaciables acosos y amenazas, verbales y legales, para castigar a quienes han cuestionados las actitudes del presidente.
Más aún, después de que el mayor Fidel Araujo haya sido declarado inocente tras haber permanecido seis meses en la cárcel por supuesta incitación a rebelión durante el 30-S, el ministro de Justicia José Serrano ha declarado que apelará la decisión del juez para asegurarse de que permanezca incuestionable la acción y palabra de quien le permite mantenerse en su cargo. No hace falta tener un PhD en Lovaina para darse cuenta que quién más daño moral ha cometido es aquel que se llena la boca victimándose desde el poder.
Y es que el presidente Correa ha aprendido a manejar el país como su hacienda privada, y le gusta. Donde sea que pise y ande le sigue un séquito de aduladores y agentes de seguridad, los mismos quienes se han ganado la fama de matones asalariados después de que en cuatro años hayan detenido y garroteado a varios individuos que han demostrado o gritado alguna consigna en contra del hacendado. Pensé que los hermanos Castro eran los mayores latifundistas del hemisferio, dueños de toda una isla y su gente, no obstante los recientes acontecimientos en el Medio Oriente me han recordado que que el coronel Chávez no es nada más que una adaptación latinoamericana del hacendado coronel Gaddafi, y Correa quiere convertirse en su propio ex hacendado Mubarak. Haciendas que hemos recibido a la modernidad de forma parcial y discriminada porque no es necesario cultivar masa crítica y productiva que pueda desafiar la autoridad y alcance del poder del Estado. Como encomendados, ellos bien saben que tienen que enseñar a la gente que sin su gobierno el pueblo se encuentra huérfano y desamparado; educar para cultivar obediencia y culto a la nueva religión, el caudillo en persona.
Infelizmente hemos aprendido nosotros también a querer conformar haciendas y no naciones en donde reine el estado de derecho y las libertades civiles. Parecería que estamos fatalmente condenados a asimilar a un bombardeo mediático de promesas y al cruce de insultos como procesos civilizados y legítimos de elecciones. No tenemos, además, ninguna garantía de que pasada la fiebre correísta la alternativa sea mejor en absoluto. Así hemos crecido y continuamos educando a las nuevas generaciones. Los debates políticos son meras distracciones para quienes ingenuamente aún confiamos en que la democracia pueda funcionar mientras lo único que engrana en realidad es la lógica del poder por el poder.
Tuesday, March 22, 2011
Cómplices de una masacre lejana
Por Julio Espinosa
No puedo dejar de sorprenderme e indignarme al ver todas esas imágenes y videos en Internet de cómo Gaddafi bombardea a su propia gente. Su asesor jurídico y su ministerio de coordinación política le deben recordar que se trata de las políticas duras pero necesarias para defender su revolución nacionalista de ya más de cuarenta años. Lo pueden ver a través de YouTube o sino a través de la cobertura en vivo de BBC en www.bbc.co.uk/news.
Indignación, aún más, porque el discurso oficial del gobierno ecuatoriano, desde que comenzó el conflicto libio en febrero, ha demostrado complicidad sobre dicha violación brutal de derechos humanos que sufre el pueblo libio. Complicidad porque es responsabilidad internacional condenar a un dictador que masacra a miles de sus compatriotas que luchan simplemente por el fin de un régimen de miedo. En cambio nuestro binomio diplomático, Patiño-Lucas, se ha dedicado a condenar la resolución 1973 de las Naciones Unidas en donde se dicta la zona de exclusión aérea sobre territorio libio, justamente para evitar que las fuerzas aéreas del coronel Gaddafi aplasten como a hormigas a tantos civiles inconformes. La cancillería ecuatoriana ha dicho que condenar estos actos es ignorar otras realidades sociales; es decir que en los países árabes es socialmente aceptado que un lunático proclame “moriré matando” y utilice al ejército de un país para eliminar a todos esos “gusanos” que han manifestado su verdadera opinión sobre el gobierno.
No es ni pecado ni un crimen el decir una babosada de esta magnitud, sin embargo es una irresponsabilidad y un irrespeto hacia quienes pagamos sus salarios porque un cuerpo diplomático de un país supuestamente democrático debe mostrar sensibilidad frente a los valores que representa y además es su deber defender enérgicamente la aplicación de tantos instrumentos internacionales sobre derechos humanos y prácticas democráticas. No es un asunto de relativismo y el Ecuador es también un país signatario de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
Y es que entre bomberos no se pisan las mangueras; Correa varias veces ha dicho que su revolución durará unos treinta años y su constitución unos trescientos más. Lo que posiblemente no ha pensado es en cómo terminará su romántico proyecto. Tal como sucedió durante la desviada revolución francesa a finales del siglo XVIII, en Libia ya ruedan miles de cabezas con la diferencia de que es más eficaz utilizar morteros y jets que guillotinar uno por uno a todos esos perros disidentes. Espero que en el Ecuador no nos hagan tsantsas o nos amarren al carril de la Ecovía mientras pasan las caravanas del staff presidencial. Para evitar esto, no obstante, debemos corregir nuestros discursos porque con el tiempo éstos se coinvertirán en actitudes y luego en acciones.
Es definitivamente hora de un cambio en nuestra política exterior; Patiño y Lucas tuvieron su oportunidad y lo que han hablado prosudamente en los últimos días únicamente nos demuestra que deben abandonar sus cargos ya.
No puedo dejar de sorprenderme e indignarme al ver todas esas imágenes y videos en Internet de cómo Gaddafi bombardea a su propia gente. Su asesor jurídico y su ministerio de coordinación política le deben recordar que se trata de las políticas duras pero necesarias para defender su revolución nacionalista de ya más de cuarenta años. Lo pueden ver a través de YouTube o sino a través de la cobertura en vivo de BBC en www.bbc.co.uk/news.
Indignación, aún más, porque el discurso oficial del gobierno ecuatoriano, desde que comenzó el conflicto libio en febrero, ha demostrado complicidad sobre dicha violación brutal de derechos humanos que sufre el pueblo libio. Complicidad porque es responsabilidad internacional condenar a un dictador que masacra a miles de sus compatriotas que luchan simplemente por el fin de un régimen de miedo. En cambio nuestro binomio diplomático, Patiño-Lucas, se ha dedicado a condenar la resolución 1973 de las Naciones Unidas en donde se dicta la zona de exclusión aérea sobre territorio libio, justamente para evitar que las fuerzas aéreas del coronel Gaddafi aplasten como a hormigas a tantos civiles inconformes. La cancillería ecuatoriana ha dicho que condenar estos actos es ignorar otras realidades sociales; es decir que en los países árabes es socialmente aceptado que un lunático proclame “moriré matando” y utilice al ejército de un país para eliminar a todos esos “gusanos” que han manifestado su verdadera opinión sobre el gobierno.
No es ni pecado ni un crimen el decir una babosada de esta magnitud, sin embargo es una irresponsabilidad y un irrespeto hacia quienes pagamos sus salarios porque un cuerpo diplomático de un país supuestamente democrático debe mostrar sensibilidad frente a los valores que representa y además es su deber defender enérgicamente la aplicación de tantos instrumentos internacionales sobre derechos humanos y prácticas democráticas. No es un asunto de relativismo y el Ecuador es también un país signatario de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
Y es que entre bomberos no se pisan las mangueras; Correa varias veces ha dicho que su revolución durará unos treinta años y su constitución unos trescientos más. Lo que posiblemente no ha pensado es en cómo terminará su romántico proyecto. Tal como sucedió durante la desviada revolución francesa a finales del siglo XVIII, en Libia ya ruedan miles de cabezas con la diferencia de que es más eficaz utilizar morteros y jets que guillotinar uno por uno a todos esos perros disidentes. Espero que en el Ecuador no nos hagan tsantsas o nos amarren al carril de la Ecovía mientras pasan las caravanas del staff presidencial. Para evitar esto, no obstante, debemos corregir nuestros discursos porque con el tiempo éstos se coinvertirán en actitudes y luego en acciones.
Es definitivamente hora de un cambio en nuestra política exterior; Patiño y Lucas tuvieron su oportunidad y lo que han hablado prosudamente en los últimos días únicamente nos demuestra que deben abandonar sus cargos ya.
Friday, March 18, 2011
Delegar la moral
Por Julio Espinosa
La campaña de planificación familiar y sexual del gobierno ha desatado polémica, de la forma que suele hacer todo debate moral en nuestro país. En un intento más por diferenciarse de la “derecha corrupta” el gobierno ha optado por repartir preservativos gratuitamente dentro de las escuelas secundarias. Por otro lado, sectores de la oposición y conservadores dogmáticos han denunciado que dicha acción gubernamental es o inmoral o simplemente no logrará combatir el problema de los embarazos no deseados entre las adolecentes.
Más allá de que si la novedosa política de regalar condones a los adolecentes es eficaz para contrarrestar posiblemente uno de los mayores problemas sociales del país, no puedo dejar de pensar que la principal responsabilidad de orientar correctamente a las nuevas generaciones no cae sobre el Estado ni las escuelas sino sobre la familia; no se adelanten a malinterpretarme, es verdad que muchas familias son disfuncionales y enfermas por lo que acabo de decir sería algo imposible pero esos son casos que deben ser tratados como excepcionales y de distinta forma. Presiento que es un mal que acecha a todo el mundo y probablemente más aun al Ecuador pero estamos viviendo un declive realmente alarmante del sentido de responsabilidad. Existe la corriente dentro de las sociedades modernas de delegar al Estado y a los colegios la responsabilidad de educar a los niños sobre temas que deberían ser revisados con seriedad, paciencia, apertura y sin tabú en casa. El propósito fundamental de las escuelas es académico y enhorabuena si cuentan con un programa serio sobre educación sexual pero la familia es el núcleo principal para aprender sobre aquellos temas tan importantes para la vida.
Asimismo existen corrientes que hablan sobre incorporar una educación del amor dentro de los colegios. No sé qué tipo de trastorno mental sufren tantas personas que ni están dispuestas a enseñarles a sus propios hijos lo que es algo tan fundamental para la vida y al mismo tiempo algo tan abstracto y relativo como el amor. Me hace acuerdo a aquella novela de George Orwell en donde una sociedad ficticia del futuro había perdido toda capacidad de pensar y razonar mientras el Estado manipulaba el lenguaje y podía decidir el significado de conceptos tales como el amor. Para sorpresa de quien habría leído la novela justamente el Ministerio del Amor no era nada más que un centro de tortura para castigar a disidentes del aquel sistema totalitario. Y es en esa dirección que queremos caminar por simple comodidad.
Cabe además recalcar que no es un tema de izquierda o derecha. Grupos de ambas tendencias se encuentran predicando, a su propio estilo, el encargo del moralismo individual como educación especializada para la juventud. Nos hemos vuelto incapaces de orientar a nuestros hijos y lo peor de todo es que nos está gustando. Incapaces, aún más, de ver que las peores dictaduras son las que nos confiscan nuestras propias responsabilidades morales.
Ahora bien muchos dirán que la decadencia social del país no nos permitirá devolverle la responsabilidad de algo como la educación sexual hacia las familias, pero quién somos para determinar qué es lo que los hijos de otros deban entender como educación sexual y educación del “amor”. No nos enfoquemos tanto en cómo delegar al Estado y a los centros educativos la responsabilidad natural que tenemos o tendremos como padres y madres, sino más bien en cómo llegar a ser una sociedad más frontal, honesta y sin trabas mentales. Eso sí sería una política pública exitosa aunque un poco abstracta pero definitivamente menos que las políticas de planificación sexual y peor aún, como algunos ahora profesan, del amor.
La campaña de planificación familiar y sexual del gobierno ha desatado polémica, de la forma que suele hacer todo debate moral en nuestro país. En un intento más por diferenciarse de la “derecha corrupta” el gobierno ha optado por repartir preservativos gratuitamente dentro de las escuelas secundarias. Por otro lado, sectores de la oposición y conservadores dogmáticos han denunciado que dicha acción gubernamental es o inmoral o simplemente no logrará combatir el problema de los embarazos no deseados entre las adolecentes.
Más allá de que si la novedosa política de regalar condones a los adolecentes es eficaz para contrarrestar posiblemente uno de los mayores problemas sociales del país, no puedo dejar de pensar que la principal responsabilidad de orientar correctamente a las nuevas generaciones no cae sobre el Estado ni las escuelas sino sobre la familia; no se adelanten a malinterpretarme, es verdad que muchas familias son disfuncionales y enfermas por lo que acabo de decir sería algo imposible pero esos son casos que deben ser tratados como excepcionales y de distinta forma. Presiento que es un mal que acecha a todo el mundo y probablemente más aun al Ecuador pero estamos viviendo un declive realmente alarmante del sentido de responsabilidad. Existe la corriente dentro de las sociedades modernas de delegar al Estado y a los colegios la responsabilidad de educar a los niños sobre temas que deberían ser revisados con seriedad, paciencia, apertura y sin tabú en casa. El propósito fundamental de las escuelas es académico y enhorabuena si cuentan con un programa serio sobre educación sexual pero la familia es el núcleo principal para aprender sobre aquellos temas tan importantes para la vida.
Asimismo existen corrientes que hablan sobre incorporar una educación del amor dentro de los colegios. No sé qué tipo de trastorno mental sufren tantas personas que ni están dispuestas a enseñarles a sus propios hijos lo que es algo tan fundamental para la vida y al mismo tiempo algo tan abstracto y relativo como el amor. Me hace acuerdo a aquella novela de George Orwell en donde una sociedad ficticia del futuro había perdido toda capacidad de pensar y razonar mientras el Estado manipulaba el lenguaje y podía decidir el significado de conceptos tales como el amor. Para sorpresa de quien habría leído la novela justamente el Ministerio del Amor no era nada más que un centro de tortura para castigar a disidentes del aquel sistema totalitario. Y es en esa dirección que queremos caminar por simple comodidad.
Cabe además recalcar que no es un tema de izquierda o derecha. Grupos de ambas tendencias se encuentran predicando, a su propio estilo, el encargo del moralismo individual como educación especializada para la juventud. Nos hemos vuelto incapaces de orientar a nuestros hijos y lo peor de todo es que nos está gustando. Incapaces, aún más, de ver que las peores dictaduras son las que nos confiscan nuestras propias responsabilidades morales.
Ahora bien muchos dirán que la decadencia social del país no nos permitirá devolverle la responsabilidad de algo como la educación sexual hacia las familias, pero quién somos para determinar qué es lo que los hijos de otros deban entender como educación sexual y educación del “amor”. No nos enfoquemos tanto en cómo delegar al Estado y a los centros educativos la responsabilidad natural que tenemos o tendremos como padres y madres, sino más bien en cómo llegar a ser una sociedad más frontal, honesta y sin trabas mentales. Eso sí sería una política pública exitosa aunque un poco abstracta pero definitivamente menos que las políticas de planificación sexual y peor aún, como algunos ahora profesan, del amor.
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